- in: La Vanguardia, 1991, č. 39, str. 57 (28. 11.)
“Como soy responsable, no entro en política” [1991]
ENTREVISTA a Ladislav Hejdanek, filósofo
Perfil
La obra de un vigilante nocturno
Hejdanek nació en 1927. Actualmente es el filósofo más reconocido de Checoslovaquia, y uno de los más considerables de la Europa Central, pese a que por motivos políticos su obra no ha tenido la difusión que le corresponde. En los tiempos en que el materialismo dialéctico era la filosofia oficial y excluyente de su país, publicó sus ensayos en libros reproducidos clandestinamente, los “samizdat”. Una vez realizado el cambio a la democracia, acaba de aparecer en Praga una colección de sus trabajos sobre las relaciones entre filosofía y teología, entre los que destacan su investigación filosófica de la fe.
En Italia se habían editado en 1978 las “cartas” enviadas a un amigo, escritas durante los primeros años del movimiento Carta 77, núcleo del que saldría a finales del 89 el Foro Cívico que pilotó el cambio democrático en Checoslovaquia. En 1985, hubo edición alemana de una selección de sus trabajos.
A Hejdanek se le permitió ejercer la docencia sólo durante tres años, desde 1968, cuando empezó y concluyó la “primavera de Praga”, hasta 1971. Luego fue apartado de la universidad praguense. El filósofo ha ejercido oficios peregrinos: durante los años cincuenta y sesenta como documentalista del Instituto Médico, y en los años siguientes fue vigilante nocturno en un museo praguense; luego, encargado de calefacción, como el hoy ministro de Asuntos Exteriores de su país y tantos otros disidentes. Hoy es profesor de Filosofia en la facultad de Teología de la capital checa y realiza los primeros viajes al exterior desde que a finales de los 60 se le retiró el pasaporte.
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IGNACIO VIDAL-FOLCH
Barcelona
Asus 64 años y recuperado de una encefalitis que le ha tenido una temporada sin memoria, el filósofo Ladislav Hejdanek está comenzando una nueva vida pública. Mientras imparte sus primeras lecciones legales en la Universidad Carlos de Praga, y a la espera del título de doctorado que le está esperando desde que hace veinte años presentó la tesis – “las cosas en mi país siguen yendo muy despacio”, afirma con buen humor. emprende los primeros viajes que le han sido autorizados desde su juventud. Como tantos otros intelectuales checos y eslovacos, la democracia le há llevado a los aeropuertos, a los encuentros, simposios y citas internacionales. Ahora se halla en Barcelona, en cuyo Institut d'Humanitats habló ayer de “la nación en el fin de las ideologías”, en el marco del ciclo “Ciutat, Nació, Terra”. Sus reflexiones sobre nacionalismo, teología, futuro, están impregnadas de la misma vitalidad que le anima. Entre los intelectuales que firmaron en 1977 la carta en vindicación de democracia que aglutinó a la disidencia checa y eslovaca, Hejdanek es uno de los pocos que hoy no ocupan cargos políticos en el Estado.
–¿Por qué ha declinado las responsabilidades politicas que se le han ofrecido?
–¿Declinar yo una responsabilidad? ¡Todo lo contrario! Soy un hombre responsable. Y especialmente, responsable “de” y responsable “por” no tener funciones políticas. Por el contrario, todos mis ex compañeros de Carta 77… esos sí que son unos irresponsables, porque se meten en asuntos que les desbordan. ¡No saben lo que se llevan entre manos! ¡No piensan racionalmente!
–Bueno, alguien tiene que hacer ese trabajo.
–Tengo demasiada edad para empezar a hacer, en plan amateur, algo que nunca quise hacer profesionalmente. Prefiero ejercer mi profesión de filósofo, para la que sí me he preparado y en la que sólo he cumplido mis tareas en el lapso del 68 al 71. Creo que también es la mejor aportación a la sociedad que pueda hacer.
–¿Cómo se desarrollaban los seminarios clandestinos que impartió en Praga durante el socialismo?
–Clandestinos literalmente hablando, lo fueron por pocos años. Pronto se hicieron muy conocidos, especialmente para la policía. Estos cursos se desarrollaban en mi piso, desde 1980. Salvo por el año 81, en que las dificultades, precariedad, represión y encarcelamiento -hasta el pobre Derrida, que pasaba por Praga, pasó unos días en comisaría- forzaron a cerrar un tema por lección, estudiamos disciplinas durante el mismo curso lectivo según el cual en la universidad se enseñaba marxismo, materialismo histórico etcétera. Un año estudiamos la lógica filosófica. Al siguiente, la filosofía de la naturaleza. Al otro, filosofia de la historia. Y así sucesivamente.
–¿Qué especialidad enseña ahora en la universidad?
–Doy cursos de Filosofia en la facultad de Teología. Trato de enseñar que la Teología no debe hablar de Dios. Dios, como hipótesis metafisica, está “demodé” ahora que el hombre es adulto. Modestamente, creo que mi especialidad es muy necesaria para los alumnos de esas disciplinas. Parece mi destino ir a contracorriente, ¿verdad? Ya en el 68 enseñaba “filosofia no marxista” a los estudiantes de materialismo dialéctico. Entonces como ahora, yo era una especie de “símbolo de lo otro”.
–En esas lecciones propone una interpretación insólita de la fe. ¿Puede explicarla?
–Podría hacerlo de esta manera: el marxismo propone un paraíso futuro, es una prolongación del cristianismo. Ahora bien, Dios en el cielo es un ídolo, como lo es la felicidad y la igualdad y demás mitos comunistas en la tierra. Pues Dios no es alguien que “es”, sino que “viene”, es una realidad adventiva. Si se le identifica con algo que ya es, estamos incurriendo en idolatría. Por eso los judíos no podían pronunciar su nombre y lo traducían por “yo soy el que soy” o “yo soy el que será”.
–¿Qué tiene eso que ver con la fe?
–Esta es, en realidad, una orientación de la vida y el pensamiento. Pero una orientación sin sujeto, sin encaminarse a algo determinado. Esa es mi concepción de la fe y del futuro. Y mi propuesta, reinterpretar las concepciones religiosas y los términos bíblicos en un sentido no religioso, vivir teológicamente como si dios no existiera. Dar connotaciones nuevas a conceptos como verdad, dios…
–Uno de los lemas de la “revolución de terciopelo” en su país fue “La verdad triunfará”. ¿Está usted de acuerdo con él?
–Se puede decir que la verdad “está viniendo”, que triunfará. Pero jamás se podrá decir que triunfa, que está aquí. Pues no es un ser.
–El movimiento democrático de su país se presentó también con un fuerte componente nacionalista o “patriótico”, y los procesos democráticos en Yugoslavia se hallan indisolublemente ligados a los procesos nacionalistas. Cómo valora esta superposición de reivindicaciones de tan distinto cuño?
–No quiero apoyar ninguna forma de nacionalismo. Creo que el sentido de la existencia de la nación checa consiste en hacer el idioma checo posible, versátil y útil. Como sabe, Checoslovaquia tiene una historia brevísima como nación, y ahora hay fuertes movimientos segregacionistas en Eslovaquia. Por eso se plantea un referéndum sobre el tema. En caso de segregación, los países checos podrían sobrevivir, pero ¿los eslovacos? Hungría y Ucrania los devorarían.
–Pero ese proceso segregacionista y debilitador lo empezó en 1918 Masaryk, que acabó precisamente siendo el primer presidente de Checoslovaquia…
–Masaryk quería la restructuración de Austria-Hungría tras la Primera Guerra Mundial y no la escisión. Pero al presidente Wilson de Estados Unidos le interesaba una Checoslovaquia. Masaryk aceptó la idea, pero inmediatamente entabló negociaciones con otros países para preparar una confederación centroeuropea. Los demás países no estaban tan interesados, y así nos ha lucido la historia. Hoy, a Vaclav Havel le está pasando algo parecido.